domingo, 7 de diciembre de 2008

Mallorca y Valencia. Català i valencià. Català.


En las primeras entradas que publicaba en este blog explicaba que había aprobado una oposición con plaza en Mallorca y que inauguraba una nueva etapa en mi vida como profe. Pues bien, dejé de explicar porqué ahora sigo trabajando en Valencia y no me he marchado a la isla. Todo tiene una explicación.

Justo una semana antes de marcharme a Mallorca, el 25 de agosto, desde la conselleria de educación de las Islas Baleares, se me comunicó por teléfono que me faltaba un papel que acreditara mi conocimiento de la lengua catalana, y que, como me faltaba ese documento, que era un requisito previo para presentarme a las oposiciones allí, se me invalidaba toda la oposición y no podía incorporarme a trabajar el 1 de septiembre. Era como si no hubiera hecho nada, simplemente porque mis títulos de catalán estaban acreditados por el Govern Valencià.

Como podéis imaginar, el disgusto que me dio fue tremendo; aun así, intenté solucionar el problema burocrático. Volé a las Islas, hablé con los responsables de personal docente, recorrí varios despachos, expliqué que las titulaciones que yo tenía eran equivalentes a las de allí, alegué la unidad de la lengua... pero no conseguí nada, ni siquiera poniéndome a llorar, ni mostrando mi total competencia en catalán (en todo momento me dirigí a ellos en esta preciosa lengua, mi lengua materna). A pesar de todo, el 3 de septiembre tomé posesión en mi puesto de trabajo, provisionalmente, puesto que todavía no había llegado a mi casa una comunicación oficial por escrito en que se me explicaran los motivos por los cuales no podía ser nombrada funcionaria. Esa toma de posesión no se hizo efectiva y no he sido nombrada funcionaria en prácticas. Pronto enviaron a una interina para que ocupara mi plaza, que me había sido adjudicada a principios de agosto.

La comunicación escrita oficial donde se me decía que no podía ser nombrada funcionaria no me llegó hasta el día 16 de octubre -y porque insistí con mucha cabezonería en que me la enviaran, porque si no mi abogado no podía redactar el recurso de reposición correspondiente- y el 15 de noviembre presenté un recurso contra la administración en el que explicaba que sí poseo el nivel medio de conocimientos del catalán y en el que aportaba la documentación necesaria que lo justificaba. Ahora estoy a la espera de que me comuniquen qué han decido, si darme la razón y rectificar la decisión que tomaron de invalidarme toda la oposición, o no concederme esta alegría y tener que seguir pleiteando con ellos. Supongo que a finales de la semana que viene tendré alguna noticia.

Espero la resolución con serenidad. Mientras tanto, disfruto de mi vacante en Torrente. Afortunadamente, a finales de julio, aun sabiendo que tenía una plaza segura en Mallorca, decidí acudir a la adjudicación de plazas que en julio se celebra en Valencia. De ese modo no me excluyeron de la bolsa de trabajo y, aunque en julio no me tocó nada, a mediados de septiembre me llamaron y ahora ocupo una vacante cerca de casa. Doy gracias por eso.

No guardo ningún rencor a la lengua por lo que me ha sucedido, ni a las tierras mallorquinas por este asunto. Tampoco se lo guardo a los valencianos. Ya sabemos que no es una cuestión lingüística, sino política y burocrática. La lástima es que el que siempre sale perjudicado es el ciudadano de a pie (esto es ya un lugar común). Sea como sea, y esté donde esté dentro de unos meses, sé que volveré a la otra orilla del mar.