martes, 25 de agosto de 2009

De cine y maestros. "To sir, with love."

Hacía días que quería publicar esta entrada, pero no encontraba momento. Ahora, cuando no queda nada para que todos los profes nos pongamos en marcha de nuevo, creo que es la ocasión perfecta. Ya veréis por qué.
Durante estos días, me ha dado por revisitar películas clásicas, y no tan clásicas, cuya temática giraba alrededor de la educación. Es un cine que siempre me ha llamado la atención y por el que sigo sintiendo curiosidad. No siempre he tenido la ocasión de ver estas películas en estreno, bien porque era demasiado jovencilla en el momento en que se estrenaban, y entonces aún no me había entrado la vocación; bien porque entre pitos y flautas, se me pasaba el día de acudir al cine. Por eso he aprovechado estos días para hacer como una "maratón" y he ido alquilando los films que todavía no había visto o que hacía tiempo que no veía.
He revisado Los chicos del coro (2004) y Rebelión en las aulas (1967). Y se me siguen saltando las lágrimas de emoción en las escenas finales. No sé por qué, sentimental que es una; ñoña, dirían otros, pero me da igual. La implicación de los profesores que se refleja en ellas me motiva, me da fuerzas y me anima ante la llegada de los primeros días de clase.
He visto por primera vez, ya tenía ganas, Ser y tener (2002) (entrañable el pequeño Jojo) y Hoy empieza todo (1999). Su realismo me hace aterrizar en la realidad, valga la redundancia, y poner los pies en el suelo.
Durante este curso vi La ola (2008) y La clase (2008).
Como veis, todas son muy diferentes entre sí (ficción, documental; primaria, secundaria; escuela rural, zona urbana...), pero cada una de ellas, con su visión particular de la enseñanza, nos invita a reflexionar sobre algún aspecto. A mí, por un lado, las que se centran en la escuela primaria, me hacen pensar en qué cosas olvidamos nosotros (profesores licenciados) de la didáctica que emplean los maestros y que podríamos utilizar con nuestros chicos ya adolescentes. Me hacen reflexionar sobre dónde queda la coordinación entre los centros de primaria y los de secundaria, para evitar que los chicos noten "el gran salto" de 6º a 1º ESO. A su vez, esto me recuerda lo que he oído en varias ocasiones en boca de compañeros compremetidos "Es una lástima. Si es que en secundaria no hay didáctica ninguna". ¿Por qué no aprendemos de los maestros? ¿Por qué olvidamos algunas cosillas que pueden seguir aprovechándonos con los más mayores: los rincones de una clase, el trabajo con los espacios, los colores, los distintos materiales, la lengua oral, las tertulias, las asambleas, el mayor contacto personal con los jóvenes...?
Por otro lado, de las películas que se centran en los institutos de secundaria, me gustaría destacar cómo tratan el tema de la diversidad, la conflictividad de los barrios marginales, cómo se fragua el cambio de los chicos y chicas, qué frutos recogemos los profesores tras la implicación en un proceso largo y apasionante...
En fin, todas diferentes, pero con un factor común: la pasión que siente el docente, que tiene verdadera vocación, por su profesión y que le lleva a implicarse en los procesos de enseñanza aprendizaje.

Los próximos días tengo intención de ver El club de los poetas muertos (1989) y Mentes peligrosas (1995). Seguro que hay alguna película más que se me olvida, ¿alguna sugerencia que añadir a la lista? Os lo agradeceré mucho.

Para terminar esta entrada, os dejo con una de mis escenas favoritas de Rebelión en las aulas, donde se ve la complicidad y la relación entre profesor-alumnos. Para los sentimentales, ñoños, o, simplemente comprometidos, este fragmento de To sir, with love.






5 comentarios:

Miguel dijo...

Buenas reflexiones las tuyas al hilo de empezar un nuevo curso. He leído el post con mucha atención y según leía, iba asintiendo en silencio. Y es que la enseñanza es eso, implicación, investigación, complicidad. Yo soy maestro de primaria que se pasó al primer ciclo de secundaria, con lo cual guardo (con mucho orgullo) algunos tics de primaria. Sobre todo aquello que se refiere a estar junto al alumno, a escucharle, a sentirse cómplice de sus intereses, a reírme con ellos, a levantar el pie del acelerador siempre que haga falta y a dar una palmadita al hombro en las ocasiones que lo requiera. Yo pienso que la base del buen docente está en querer a los alumnos, en sentir un cierto afecto por ellos que nos lleva a viajar juntos en este proceso común que es la enseñanza.

Un abrazo y feliz inicio de curso.

Miriam Civera dijo...

Miguel: Muchas gracias por tu comentario. Yo también te deseo un buen inicio de curso. ¿Sabes? Aunque no nos conocemos en persona, me siento cercana a ti. Mi padre también es maestro de Geografía e Historia y proviene de la antigua EGB. También se pasó al primer ciclo en el momento en el que se produjo el cambio. De él he aprendido, y sigo aprendiendo mucho. Tengo recuerdos entrañables de cuando era pequeñita y yo me metía en sus clases cuando salía del cole. Yo no era una inspectora de educación ni una tutora de funcionario en prácticas (je je je je, apenas tená seis añitos); pero ya veía a un "maestro en acción", de quien "he mamado" esa implicación en el trabajo, la cercanía con los alumnos, y, sobre todo, el trato humano que a ellos les daba y les da. Le estoy muy agradecida.

Antoni de la Torre dijo...

Bonica entrada per a reflexionar sobre l'aspecte més afectiu i la intel·ligència emocional que implica l'ensenyament. Dues coses.
Una. He mirat en el fantàstic Google i he trobat una proposta -molt discutible- d'una web que selecciona "Las 100 mejores películas sobre la educación" (enllaç: http://www.decine21.com/listas/Las-100-mejores-peliculas-sobre-la-educacion-13). Discutible perquè la qualitat de totes no és comparable, i perquè intuïsc que en falten, però ací em pillen perquè no recorde ni una de les absents.
Dos. No oblidaré mai la nit que vaig vore "El club de los poetas muertos", fa ja 20 anys. Anava amb dues ensenyants més i llur reacció i emoció final fou tan diferent!!! Jo em reserve la meua perquè la veges sense avisos previs. O un. No és or tot allò que lluu. Que disfrutes de les 100 pel·lis, o de les que selecciones.

Miriam Civera dijo...

Gràcies, Toni, per l'enllaç que comentes. Li faré una ullada i ja et diré quines acabe seleccionant. De "El club de los poetas muertos" intuisc que tindrem una bona conversa. Sent curiositat per saber com reaccione jo (no sé si ploraré, si em decebrà, si em resultarà indiferent...); en qualsevol cas, ja et diré.
Una abraçada.

Anónimo dijo...

Es sin duda una de las mejores reflexiones que he escuchado en mucho tiempo, de hecho lo he leido varias veces desde que me lo enseñaste.

Yo no soy profesor, no tengo experiencia docente y hablo desde la más lejana objetividad, pero es verdad que el gran cambio que sufren los alumnos desde la primaria a la secundaria viene en gran parte dado por los profesores, también por la didáctica y el programa educativo, pero es en los profesores donde los chavales encuentran el gran primer escalón.

Como te decía hace algunos días, hay una gran diferencia entre enseñar algo y "vomitar" conocimientos de manera muy eficiente.

Hay profesionales que son grandes profesores, muy preparados en su materia y con unas dotes extraordinarias para transmitir conocimientos, pero no saben realmente enseñar. Puede que algunos alumnos sepan sacar provecho de esos grandes profesionales y adquirir todo el conocimiento pero otros muchos no sabrán o no podrán acercarse a eso.

No quiero hacer ver que los maestros son la panacea y los profesores son máquinas de la enseñanza, para nada, pero en mi caso recuerdo aquellos de escuela primaria, donde un profesor se sentaba simplemente a hablar y te quedabas embobado, escuchando y descubriendo aquellas cosas que te parecían increibles. Por aquel entonces los maestros eran personas que lo "saben todo" casi casi todo poderosos.

Es cierto que los adolescentes de secundaria son otra "raza" diferente y en muchas ocasiones indomable que no tiene respeto por nada ni por nadie, pero no estaría mal que los profesores que tienen que estar no uno, si no dos o tres pasos por delante de ellos, los que deben saber en qué momentos hay que estar siguiendo el programa estricto y cuando deberían sentarse como aquellos maestros para incitar las ganas de aprender,las ganas de no quedarse en lo conocido e ir más allá.

Sin duda hoy día admiro a esos profesores que tienen una fuerte vocación y luchan día a día por sus alumnos, yo sé que no podría y no sabría hacerlo.

Una excelente entrada Míriam.